miércoles, 27 de octubre de 2010

BRUJERÍA


El rendimiento del equipo viene mejorando. De a poco. Este domingo, en un partido de emociones alternadas, pero vibrante al fin y al cabo, el TTR pudo ganar pero terminó empatando. El panorama era negro al principio. Roma ganó el mediocampo y se impuso en todas las líneas, más allá de algunos espacios que dejaba en el fondo.

Los rocketeros, por su parte, no encontraban la brújula. Este desconcierto de los amarillos -que no acertaban a pararse bien en el campo y entregar la pelota a los compañeros- duró algo así como 15 minutos. Cuando el equipo comenzó a hacer pie, a ordenarse, a tocar un poco, cuando las perspectivas empezaban a mejorar, Roma metió el primer gol. Una pelota en caída, que pica y rebota en el travesaño, es ganada después por un rival que la mandó a la red. Y después metió el segundo. Zapatazo de media distancia, bien esquinado, y dos a cero.

Pero el Tiki Tiki -pese a que la suerte no lo ayuda nunca- no da partida por perdida. Así fue que los amarillos se tiraron arriba, puro corazón y empuje, hasta conseguir el empate. Pelota cruzada de Emilio que sobra al defensa, captura Fede Rodríguez, que manda centro de la muerte preciso a los pies Seba Calavia, que a su vez define con buen destino. 2 a 1.

El segundo fue un furibundo y largo remate de Miguelito “Silva Cantera” Burgueño. La pelota toca en un rival, cambia ligeramente de trayectoria, y termina metiéndose contra un palo. 2 a 2. A partir de ahí hubo intervalos de buen juego y baches propios del TTR. Lagunas de fútbol y triangulaciones vistosas. Cosas que tiene este equipo.

En el segundo tiempo llegó la improbable pero buscada remontada. El TTR pasa en el marcador luego de que Emilio lanza un balón alto hacia el arco -que dibuja una larga parábola- y no puede ser despejado por el arquero contrario. ¡¡¡3 a 2 y vamos arriba, que se puede, y a puro testículo sudado, o sea a huevo, la concha de la lora redoblada, el Tiki Tiki nomá, mete y mete, se impone y corre y...

Y no, nada es tan fácil. Faltando unos diez minutos, el juez pita y marca tiro libre para Roma. El técnico dice en el banquillo que tiembla con cada pelota parada e infunde así confianza y seguridad a la plantilla. Lo dicho. La pelota hace una curva rara y se mete contra el segundo palo. Y bueno. El partido se fue empatado. 3 a 3.

Mención aparte merece la actuación arbitral. No nos gusta en este espacio hacer consideraciones sobre el desempeño de los jueces pero lo del domingo es ineludible. Al menos un fallo tuvo gravitación en el resultado. En el primer tiempo hubo claro penal del arquero contra el velocista Rivas que el juez deja seguir porque termina en gol. Sin embargo, la jugada es invalidada por el línea, que sacude la banderita marcando orsai. Bueno, pensaron todos, si anula, cobra el penal.

Pero no. Atónitos, jugadores, suplentes, cuerpo técnico e hinchada, vieron con asombro como el arbitro no marcó la falta, que además ameritaba tarjeta roja para el arquero. Estupefactos, boquiabiertos, recalientes, los rocketeros sintieron la desazón profunda de un fallo totalmente errado. Que más que error denotó falta de decisión por parte del juez. Y ahí vinieron la calentura, la impotencia y la frustración; las ganas de cortarse las venas con una galletita al agua, meterse un supositorio con aguarrás y arrancarse los pelos del escroto con una pinza de cejas. Más allá de los consiguientes y exacerbados reclamos. Después hubo otros errores, aunque no tan gruesos como este.

Así se fue el partido, entonces, sin pena ni gloria. Son otros puntos que van quedando por el camino. Resultado: 3 a 3.

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