lunes, 30 de agosto de 2010

A

Hondo suspiro de alivio y satisfacción se escuchó en las huestes rocketeras al comprobar que el equipo se mantiene, una vez más, en la primera división de la Liffa. Una vez más, sufriendo, hasta lo último. Pero con la vista en lo alto y el orgullo ileso.

“Muchachos lo de estos últimos partidos es digno de resaltar; la entrega y las ganas que se pusieron dentro del campo fueron excelentes como tiene que ser y fiel a el equipo del tiki tiki!”, arengó el DT a sus conducidos.

A pesar de todos los avatares, contratiempos, bajas, malos desempeños, resacas, faltazos, el equipo consiguió mantener la categoría, con su habitual costumbre de salvarse al final, luciendo sus mejores atributos cuando no queda resto para otra cosa.

El equipo no se levantó al final. El equipo nunca cayó. Lo que cayó fue la calidad del fútbol, pero eso no roza ni erosiona la mística del TTR, impermeable a los resultados. Porque la mística del TTR estriba en algo que ya nadie sabe, sospecha, ni adivina. Lo que es indiscutible es que no tiene que ver con copas ni medallas.

Aunque se podría intuir que la cohesión del grupo, un grupo al fin y al cabo de amigos, tiene su incidencia en todo esto. Los asados de los viernes, las merluzas generales, esas cosas. El Tiki Tiki Rocket tropieza pero no cae. Sepanló.

martes, 24 de agosto de 2010

KEEP WALKING

Ante la duda, pasale la pelota al de al lado. Una máxima del fútbol que a veces resulta de tan difícil ejecución. El domingo, sin embargo, los integrantes del TTR parecen haberla interpretado con inusitado buen criterio. El equipo consiguió algo que no se veía desde muchos partidos atrás. La pelota rodaba por el suelo y, por lo general, llegaba a destino. Si hasta daba gusto verlo. Porque claro, el fútbol así es más fácil. Se corre menos. Está en la lógica del juego.

Y bueno, hubo momento de buen manejo. El equipo se mostró mejor armado. Pasados algunos minutos del primer tiempo un pelotazo que Gaby mete en el área es interceptado por un adversario con la mano. Penal. Ejecución sencilla y efectiva de Óscar, abajo y contra el palo, que termina con la pelota en la red. 1 a 0. Mediaba la primera parte cuando un delantero de la Mutual tomó un pase bien metido a espaldas de la zaga. Dominó el balón y levantó un centro a media altura que fue bien interceptado por su compañero. 1 a 1.

Entre las filas del TTR se temía otra decepcionante evolución de resultados. Sin embargo, el equipo mantuvo la calma y movió la pelota con solvencia en el medio hasta que llegó el descanso. A la vuelta del entretiempo, con el regreso a la defensa del presidente vitalicio de la institución rocketera, hablamos de la Tota Borges, el equipo se mantuvo templado, firme en todas sus líneas. Más allá, claro está, de alguna zozobra aislada; no olvidemos que hablamos del TTR, equipo que nunca las tiene todas consigo.

Buena parte del segundo tiempo estuvo marcada por el dominio amarillo. Sebita se mostró muy inspirado en el manejo del balón, eludiendo rivales y patadas, que llovían muchas veces con alevosía. Algún enganche de más, incluso, provocó que marrara un gol, maniobrando a boca de jarro con el arquero rival. El TTR llegaba.

Dos goles más de Óscar, uno de cabeza y otro de penal, terminaron por ofrecer tranquilidad a un equipo que más bien desconoce la sensación. Justo 3 a1 que le agrega alguna chance al TTR para salvar el desempeño calamitoso del apertura 2010. ¿Qué se siente ganar? Preguntó el dt al final del partido. No te sabría decir, se respondió él mismo.

El TTR está acostumbrado a sobreponerse y hacerse grande en las peores circunstancias. Hay antecedentes. A seguir caminando.

lunes, 16 de agosto de 2010

ADVERSIDAD

Otra vez lo mismo. El TTR se hunde en su propio vómito. Las últimas actuaciones del elenco rocketero no admiten el más mínimo soplo de esperanza. Derrota tras derrota, el equipo ratifica su flaca vocación deportiva, su pobre capacidad de armar juego.

Del último partido, al que podríamos calificar aberrante siniestro de la naturaleza, conviene ni hablar. Baste mencionar que ocho ojerosos hidalgos dieron la cara por la inmensa mayoría de... cómo llamarles, ocasionales aspirantes a futbolistas amateur.

Lo insólito de todo esto es comprobar la inquebrantable voluntad de cohesión grupal, las infladas arengas sobre el ya manido conjunto “humano”, tan atendible y cierto, como poco útil si no se respalda con la aparición, partido a partido, en la cancha. Porque como sabemos, el eslogan de este ¿equipo?, es “los asados se ganan los domingos de tarde”. “¿O era que los partidos se ganan los viernes de noche?” No recuerdo. Algo así era.

Dicho esto, pasemos ahora a hablar del huevo. El huevo. Ah, el huevo. Esta cosa que se repite una y otra vez en los correos electrónicos colectivos del grupo. Esta cosa que es acaso el único valor real que podríamos rescatar del TTR. Porque el huevo, esa invocación a la suprema naturaleza de la dignidad deportiva, como si fuera un Dios testicular y sudoroso, insufla rebeldía y energías a estos reventados que visten la amarilla domingo a domingo.

Ah, el huevo. Estos muchachos tienen huevo. El mismo huevo que tienen para el escabio, esa decisión para llenarse el buche con las más etílicas bebidas, esa falta de temor a reventarse el hígado, la tienen en la cancha. Sí señor, aun en las más olvidables de las derrotas (la última dolió) los que se ponen la ajustada casaca del TTR dejan hasta lo que no tienen entre las líneas de cal.

Porque el TTR tiene mucho huevo y poco fútbol... O muy poco. O nada de fútbol. Celebremos, sin embargo, que hay equipo, grupo, gente que se junta, se alienta, se emborracha, se consuela, pierde, se arenga, se emborracha, se junta y, a veces, muy de cuando en cuando, practica. Y después vuelve a perder los partidos pero nunca el sentido de identidad y pertenencia al glorioso Tiki Tiki Rocket.

Como dijo el genial Beckett: "Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor". Arriba el TTR.

(en la foto: nuestro banco de suplentes)